Preparado, listo, ya.

Miró a las dos luces que lo alumbraban desde allí arriba. Le hipnotizaban, como siempre. Cayeron todas las hojas, como si del otoño se tratase; se hizo la oscuridad en medio de la noche y solo sentía ya el destello de aquellas dos pequeñas y brillantes luces, que parecían seguirlo en cada uno de sus movimientos. Buscó con la boca el aliento que necesitaba y necesitaría más tarde y lo encontró tan cálido como siempre, tan dulce como siempre. Cubierto por aquella oscuridad palpó el terreno que tan bien conocía para prepararse, cuando un espeso viento le tensó completamente; era lo que estaba esperando, comenzaba la acción. Empezó a correr como siempre hacía, subiendo y bajando las leves y suaves colinas mientras el viento lo mecía lentamente. Continuó corriendo y llegó a otro lugar. La superficie allí parecía húmeda, sin embargo no había caído ni una gota desde aquel impenetrable cielo. Corría, saltaba, tropezaba y caía con la torpeza de la oscuridad. Aunque no veía nada sabía muy bien por donde se movía y lo hacía con la maestría que otorga la práctica: como cuando tus pies recorren solos un camino que has hecho millones de veces, aunque tus ojos no los guíen. Lo intuía, sabía que era por allí y por fin llegó al lugar que había deseado. El viento, que había sustituido poco a poco el leve balanceo por un firme zarandear paró de golpe al internarse en aquel lugar. Allí estaba cómodo, era su sitio, donde debía estar. Pasó largo rato escondido, saliendo en contadas ocasiones a observar el techo repleto de puntitos de luz que le cubría; pero cuando supo que no podía más, se quedó allí, en ese lugar tan cálido y familiar. Y lloró. Lloró dulce y silenciosamente. Lloró de amor. Y después paró. Volvió por donde había venido. Ya no quedaba ni un resto de aquella fuerza y vitalidad. Inerte, exhausto. Todo volvió a ser como antes, como todo el mundo opinaba que debía ser, como siempre era. Y durmió.

Veo veo. ¿Qué ves?

Felicidad, esperanza, alegría. Creer, esperar, necesitar, sentir. Echar de menos, reservar cada segundo. Obsesión. Las lagrimas y las sonrisas más verdaderas. Sinceridad, confianza. Atracción. Sensaciones extrañas en tu estómago. Fuerza, vulnerabilidad. Ser muy paciente. Aparentar para agradar. Callar, expresar. Amistad. Estar cómodo. Detalles, cuidarlos. Un punto (y) aparte. Iluminación. Tu canción favorita, la mejor película, representación o cuadro, un plato de tu comida preferida, ese olor que te tranquiliza, la textura más delicada.

Vuestra canción, esa película del cine, la comida rápida menos sofisticada del mundo, su perfume, su piel. Subir hasta lo más alto para caer de repente y sentir el golpe en cada célula de tu cuerpo. Morir poco a poco. Vivir día a día.
¿Y para ti qué es el amor?

I can't live with or without you.

Comienza a caer la lluvia, lentamente, al mismo tiempo comienza a caer el mundo dentro de la habitación. Con cada gota, fuera, el suelo se moja, con cada gota, dentro, el suelo se llena de cosas inservibles. Sentimientos y preguntas. ¿Cuándo? Alegría. ¿Dónde? Tristeza. ¿Quién? Amor. ¿Por qué? Odio.
Fuera, la fuerza con la que caen las gotas cobra fuerza. Dentro, preguntas y sentimientos se mueven al compás de ellas, como un reloj perfectamente sincronizado a otro.
Y siguiendo el tic tac, fuera se acelera, dentro se acelera y más dentro aún comienza, como un tercer reloj, solo que este, a diferencia de los otros dos, no circula de arriba a abajo, si no de dentro a fuera.
Gotas de agua por todas partes, chocando con la ventana, contra el suelo, contra todo lo que se cruza en su camino, muriendo en el impacto. Como si fuese un cuento de hadas las gotas que no son de lluvia cobran fuerza y destruyen todo lo que tocan a su paso.
En ese momento decides dejarlo, pues puedes hacerte o hacer a otros más daño. Y a la vez que se va haciendo más lenta la caída de dentro, se hace la de fuera y las preguntas y sentimientos, ahora están empapados, habrá que ponerlos a tender y que se evapore todo eso que expulsaba el ultimo reloj, ninguno de los 3 hace ya tic o tac, están callados, mudos...

Mi amor, si tú te vas.

Cuando el alma queda herida de soledad, es cuando aprendes que tener a alguien a quien amas, es un regalo que debes cuidar. Azaak nunca se recuperó de aquella matanza, los españoles le habíamos quitado su identidad y a cambio ella solo tenía mi amor. Cuando aquella noche me dijo que la ayudara a huir todos mis miedos y dudas desaparecieron. Amar a alguien es comprometerse, es pensar en tres: tú, yo y nosotros. Había encontrado el amor y no lo quería dejar escapar. Claro que la ayudaría, incluso me iría con ella, pues si ella se va yo volvería a encerrarme en vida.

Tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac.

Dicen que cuando te diviertes, cuando disfrutas, cuando estás a gusto, el tiempo pasa más rápido.
Bien, el tiempo no puede pasar ni más rápido ni mas lento, es el que es y ya está. Pero a nosotros nos da esa sensación, porque cuando la situación en la que estamos no es la que nos gustaría sabemos que estamos desaprovechando el tiempo.
Pero cuando estamos viviendo justo lo que queremos nos olvidamos de todo y entonces sabemos que estamos aprovechando al máximo cada segundo, que no se podrían estar utilizando de ninguna manera mejor, le estamos dando el uso perfecto a nuestro tiempo, quizá no el perfecto para todo el mundo, pero si para ti, pues todos esos momentos quedarán en tu memoria y aunque luego tenga consecuencias malas o buenas, sabes que jamás te arrepentirás.
Porque también dicen que el tiempo es una de esas cosas que no regresa jamás una vez perdido y por eso a veces hay que preguntarse si lo estas utilizando correctamente.
Pues bien, mi respuesta es sí, no se me ocurre otra manera mejor de "gastar" mi tiempo. No, no es gastar, es todo lo contrario. Porque al gastar algo lo pierdes, pero esto es justo lo contrario, lo voy guardando en mi. Y por eso me encanta reservar segundos, minutos, horas, días, semanas y meses para mi, aunque parezca algo egoísta, pero hay que reconocerlo, es MI tiempo.
1, 2, 3, 4.